Cuando haces Coaching a chicos y chicas con altas capacidades, al igual que cuando eres su padre o profesor, a menudo te das cuenta de que algo no funciona: evitan mostrar emociones hasta que las muestran de forma descontrolada, o dan la imagen de que lo tienen todo controlado y no aceptan ayuda, o dosifican el esfuerzo con mucha inteligencia …
La mediocridad en el entorno
Muchos padres no saben que tienen hijos potencialmente superdotados, y aquellos que tienen hijos diagnosticados no suelen hablarlo abiertamente. Y los chicos lo suelen disimular. ¿Por qué?
Nuestra cultura como país, siempre pasando de dictaduras a monarquías «no-demasiado-plurales», nos empuja a querer pasar desapercibidos, buscar la mediocridad. Dicho así es muy duro, pero … ¿Quién no ha oído el clásico consejo «mejor que no destaques»? ¿Cómo explicaríamos que a los chicos con buenos resultados académicos se les llame «empollones» y se les trate con desdén? Mejor no destacar. «Que inventen ellos».
De los jóvenes que son «diferentes» no se quiere hablar. Molesta que alguien destaque, sobre todo si destaca en positivo. Y los otros padres dicen que «todos los padres piensan que sus hijos son especiales». Y los profesores de Infantil o Primaria se quedan en la superficie del problema: sólo ven los problemas de niños que, aburridos, molestan en el aula o desafían su autoridad.
El entorno no está preparado, y aún se oyen cosas como «qué suerte, si es tan listo no sufrirá con los estudios». Falso. Pueden llegar a sufrir mucho …
Si añadimos la «disincronía» (desajuste) entre el desarrollo racional y el emocional, donde el primero avanza mucho más rápido que el segundo, tenemos una bomba potencial entre las manos.
Técnicas de supervivencia
Los chicos con altas capacidades suelen notar que les pasa algo diferente. Hacen preguntas profundas para su edad, terminan las tareas muy rápido, se aburren en clase, tienen aficiones diferentes, piden un trato «de tú a tú» poco habitual en estas edades, se relacionan de manera especial … Tener un cerebro que es como un Fórmula 1 en un mundo de coches utilitarios les hace sentir extraños. Y adoptan técnicas para sobrevivir.
Por un lado, pueden disimular su realidad ante los demás. ¿Cómo? Evitan el esfuerzo e incluso suspenden asignaturas para ser «enrollados» como los demás. Renuncian a ser ellos mismos, cogen roles que no les pertenecen y pagan un precio muy alto: la autoestima.
Por otro, se protegen emocionalmente. Sentirse diferentes desde pequeños suele afectar su autoestima a la baja, y crean un escudo, una armadura que les protege. Esta armadura les empuja a desconectar de sus emociones, en un intento de controlar su afectividad, y les dificulta ser empáticos. Es, como digo, una técnica de protección, pero desde fuera puede parecer que no tienen emociones y preocupan a los padres.
El reto
Como padres o profesores, tenemos un primer y gran objetivo: Aceptarlos como son. Aunque no se correspondan al 100% con la imagen que nos hemos creado de cómo deben ser los jóvenes. Respetar que son como son, y darnos cuenta de que son fantásticos aunque les falte capacidad de esfuerzo, empatía, o hablen de temas que no comprendemos fácilmente.
Una vez logrado esto, podemos ayudarles emocionalmente a ir rompiendo la armadura que se han creado, para que puedan conectarse a sus emociones y aún así seguir sintiéndose seguros: que puedan mostrar sus emociones (si quieren). Sabemos que cuando salen estas emociones pueden descontrolarse, que pueden parecernos excesivas desde fuera (y aún más en la adolescencia). Escuchémoslas, compartámoslas sin juzgar.
Intelectualmente, acompañémosles a encontrar retos que les motiven enriqueciendo contenidos de lo que ya saben y buscando nuevos temas que los atraigan. Hay mucha literatura dirigida al sector educativo que toca este tema. Sean aficiones tecnológicas, culturales, deportivas … si se sienten a gusto y pueden brillar, animémosles a hacerlo. Necesitan ámbitos donde poder desarrollar su autoestima y, por qué no, sentirse admirados.
Y por último, una última consideración fundamental: animémosles a mirar hacia adentro, hacia su interioridad. Reflexión, meditación, interiorización … Ayudémosles a participar de este tipo de actividades. Les puede provocar miedo porque es un territorio difícil de entender y de manejar, que se escapa de su intelecto y control. Y ellos de entrada prefieren lo más fácil: negarse a profundizar. Por eso hay que darles tiempo y animarles con amor, mano izquierda y paciencia. Acabará dando frutos.
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