Cuando nos hacemos mayores, a menudo nos quejamos de sentirnos estancados; de una rutina diaria que nos oprime, o de la falta de nuevas relaciones personales interesantes. Perdemos la chispa, y nuestra vida no es como nos gustaría. Y desde estas sensaciones es muy difícil poder liderar a sí mismo o, aún más complicado, liderar un equipo. La propuesta de hoy es que todos nos volvemos un poco ADOLESCENTES.
¿El objetivo? Poder liderar mejor. ¿Sorprendente? No del todo …
Durante la adolescencia hay cuatro cualidades que se disparan en nuestra personalidad, y que con los años podemos ir perdiendo. ¿Cómo afectaría tu capacidad de liderazgo si las mantuvieras a propósito?
– Implicación social, creando constantemente nuevas relaciones personales gratificantes: ¿Hace mucho que no te esfuerzas en hacer nuevas amistades? ¿Por participar en nuevos grupos de gente?
– Aumento de la intensidad emocional, viviendo con entusiasmo: ¿Hasta dónde dejas intervenir a tus emociones en tus proyectos? ¿Cuánto hace que no dices (de corazón) «¡esto es fantástico!»?
– Búsqueda de nuevas sensaciones, que nos hace sentir conectados y vivos: ¿Mantienes aquella risa tan frecuente y espontánea?
– Experimentación creativa a partir de las nuevas formas de razonamiento, más conceptuales y abstractos: ¿Cuestionas el statu quo, o bien eres de los que hacen las cosas «como siempre se han hecho»?
Si nos desconectamos de la adolescencia, nos desconectamos también de una vida plena y de un liderazgo rico en relaciones personales, en implicación, en emociones y en innovación.
¡Sé siempre, en estos aspectos, adolescente!
(Inspirado por «Brainstorm», de D. J. Siegel y publicado originalmente en el blog de la Escuela de Liderazgo Social de Catalunya)